jueves, 30 de abril de 2009

Todo empezó con un golpe


Imagina esperar fin de mes, cobrar e ir corriendo a pagar deudas a distintas entidades financieras, bancos, tarjetas de crédito. Esperar fin de mes para ir con mis compañeros de trabajo a reuniones en donde existía licor y cigarros y donde alrededor de una mesa lanzaba risotadas de supuesta "felicidad" porque realmente era lo que llenaba mi vida. Eso y muchas cosas más las hacía yo. Porque creía que eso era lo más importante... Pero hubo alguien que me habló, pero apareció una voz. Esa voz me interpeló, la voz que me habló que te compartía en el artículo anterior se dirigió a mí.

Pero ¿cómo empezó todo? No te contaré detalles de lo que sucedió, tal vez porque espero el momento oportuno para dar testimonio de lo que Jesús hizo de mí, pero si te voy a decir que fue hace 2 años. Todo empezó con un golpe pero tuve un golpe tan fuerte que me dolió hasta lo más profundo, un golpe inimaginable, un golpe que parecía no tenía fin y no fue un golpe definido como choque violento de dos cuerpos (físicamente hablando) sino que fue un golpe que me hizo confrontar mi realidad y la vida que llevaba, un golpe que me hizo claramente ver mis miserias y mis pecados, un golpe que me hizo retroceder y poner alto a ese camino tan ligero que tenía, ahora puedo decir que fue un golpe enviado por Dios.

¿Pero cómo es que Dios que es amoroso y misericordioso es capaz de hacer eso con uno de sus hijos?. Pues como explicarte que ese golpe que recibí fue con tanto amor, ya que por ese detalle del Señor estoy escribiendo ahora estas líneas, y me anima a compartirte lo que me sucedió. El Señor se encargaba de llamarme de distintas maneras: los domingos me iba a jugar con unos amigos vinculados a la Iglesia, ellos pertenecían a la parroquia San Juan María Vianney, amigos que conocía porque mi hermano asistía con ellos y también en algunos casos, por mi pasado (voy a llamarlo fugaz) por aquella parroquia. Ellos siempre me preguntaban cuando iría. Por supuesto que nunca les hice caso. Yo trabajo en un Colegio Católico y a cada instante había la posibilidad de hacer trabajo pastoral al cual me invitaron muchas veces. Por supuesto que tampoco les hice caso. Mi madre, no hay mujer más santa que ella, ni más devota que ella (gracias a Dios tengo una madre así). Sus palabras, sus consejos, sus oraciones, sus "Rosarios" diarios no podían hacer que yo enderece el camino. Y Por supuesto tampoco la escuché.

Pero Dios no me dejaría ir tan fácil, ese golpe fue como un jalón de orejas, imagínate un padre preocupado por su hijo perdido, haciendo tonterías con su vida, esperando que se acerque y cansado de tantas veces inisitir que venga a él le dice: «Qué haces ahí.... tú no eres de ahí.... ven... este es tu lugar». Claro imagínatelo con voz de energía y suma autoridad que definitivamente te convence.

Queridos amigos eso hizo el Señor conmigo, me sacó del lugar donde estaba y me puso en un lugar mejor, fue hace 2 años en que se fijó en mí, aunque sé que siempre tuvo su mirada sobre mí y a pesar de ser tan indiferente ante Él, a pesar de no acercarme, a pesar de no buscarle.... Él vino a mí y vino a llenar mi vida, a cuidarme, a amarme, a llenarme de paz, a enseñarme un mejor camino, vino a ordenar mi vida. Por eso siempre cantaré su misericordia y no me cansaré de alabarle, por su perdón, por su salvación, porque me amó como a la niña de sus ojos como está escrito en su Palabra: "Lo encontró en tierra desierta, en la horrenda soledad de un desierto; lo rodeó, cuidó de él, lo guardó como a la niña de sus ojos". (Deuteronomio 32:10)

http://www.youtube.com/watch?v=QGSiU__feSI

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Alabado sea el Señor, poderoso por siempre gracias Padre por salvar a este hermano de la oscuridad, y hacerlo nacer otra vez.

Ronel Angel Chipana Peña dijo...

Dios es un Padre que está dispuesto a esperar a la puerta sin hacer violencia para que puedas entrar. Esa experiencia de Dios es maravillosa y me alegro que muchas personas la sientan despues de un momento difícil en la vida.
Los seres humanoa aprendemos a fuerza de golpes mientras no estemos en una situación frontal no aprendemos tenemos que comer el polvo y la miseria del camino para aprender, a veces ni escuchamos los consejos. Y Dios que es Padre espera que nos suceda para convencernos de que lo necesitamos a El. Se venia a mi mente como los animalitos cuando tienen una experiencia mala no la vuelven a repetir, hay un refran que dice que al gato no le pisan dos veces la cola, sin embargo a nosotros los seres humanos si no sucede y hasta varias veces no aprendemos.
Pero tenemos un Padre que tiene paciencia para con nosotros.
Gracias por tu testimonio.
P. Ronel Chipama