jueves, 28 de mayo de 2009

BORRÓN Y CUENTA NUEVA

Hoy me ponía a pensar en que todos nosotros (o casi todos) esperamos que llegue fin de año para trazarnos metas, para hacer promesas, para comprometernos con algo. Por ejemplo, algunos se comprometen en dejar de pelear, otros en mejorar su carácter, o estás peleado con alguien o no le hablas de hace mucho a una persona que conociste y quieres acercarte, otros se proponen en mejorar su peso, o tal vez empezar a estudiar e incluso he conocido a personas que se comprometen dejar de tomar y el 31 de diciembre terminan una "borrachera" increíble. En fin seguramente más de una vez te ha pasado que te has trazado metas, o te has comprometido en algo para alcanzarlo en el nuevo año pero por distintas circunstancias no lo puedes hacer. Tal vez empieces con ganas, con entusiasmo pero de ahí te vence la flojera, la pereza, las comodidades. Aunque sé que algunos se trazan metas y las logran cumplir.

Pero me pregunto ¿cuántos hacemos un compromiso pero directamente con Jesús, cuando es Él quien nos espera? Nosotros los que hemos encontrado el verdadero camino, el camino de la Salvación (ahora lo sé con certeza) no necesitamos esperar a fin de año para comprometernos con Jesús, pues sería bueno revisar como está nuestra vida ahora. Escribiendo este artículo quiero animarte a que revises tu vida y me refiero en tu relación con Él. Seguramente si en este instante tratas de enunmerar las cosas desagradables que has hecho sentirás verguenza de acercarte a Él. En una oportunidad conocí a una persona que me dijo que cobraba su sueldo para ir corriendo al casino y jugar en las famosas máquinas para ver si encontraba suerte que le permita incrementar sus ingresos para mejorar la situación económica de su familia, de su esposa y de sus hijos. Por supuesto que siempre le fue mal, en vez de ganar, terminaba perdiendo su sueldo o gran parte de él. En otros palabras él me manifestó que su sueldo practicamente lo "botaba" y le daba verguenza acercarse a Dios por esa situación. Incluso me contó que tiene un cuadro en la pared de su sala y que por vergüenza prefería pasar rapidito para no ver la cara de Jesús.

Tal vez te ocurra algo similar. Pues querido amigo, hoy te cuento una gran noticia, cuando tu te acercas a Dios, tus pecados los recibe y si ve en tí un sincero arrepentimiento pues todos te los perdona. Y no sólo eso, la gran noticia es que el Señor te dice que con Él empezarás de nuevo, y comienza a escribir junto a tí una nueva historia. Pues al Señor no le interesa tu vida pasada, le interesa tu compromiso, le interesa tu arrepentimiento y el esfuerzo que haces para no caer de nuevo. Eso mira el Señor y a sus ojos es agradable cuando te acercas con un corazón humilde, con un corazón arrepentido. Te aseguro que cuando te acercas al Señor arrepentido de corazón, Él tiene grandes planes para tí, así como me sucedió a mí. Convencido estoy de sus planes, aunque trato diariamente de descubir que quiere de mí, sé que el Señor me ha creado para un propósito el cual Él me lo irá descubriendo poco a poco.
Sentir dolor o sentir vergüenza por el pecado cometido no es malo, por el contrario es un buen síntoma de arrepentimiento, pero no sólo debe quedar ahí, tienes que acercarte a Jesucristo, Él te recibirá con los brazos abiertos como la lectura del "Padre Bueno" (hijo pródigo) Lc. 15:11-32.

No tengas miedo, acércate con arrepentimiento, acércate con dolor de corazón, no esperes fin de año para asumir un compromiso, puedes hacerlo ya, puedes recurrir al Señor, porque para Él será un empezar de nuevo, porque el Señor tomará tu pecado y por más colorado que sea lo transformará más blanco que la nieve «Vengan, pongamos las cosas en claro –dice el Señor–. ¿Son sus pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve!» (Isaías 1:18). Él Señor lo dijo, y Él es el único que cumple sus promsas. Créelo, entrégate a Él, porque para nuestro Señor será "borrón y cuenta nueva".

lunes, 25 de mayo de 2009

MI CREDO

Creo en Dios, creador, dador de vida, que hizo lo visible, lo invisible, que me dio su aliento que me puso en este mundo con un propósito, quien es el Todopoderoso, Omnipotente, Omnisciente. Creo en su amor, en su majestad, en su misericordia, en su bondad. Creo en Él que hizo el cielo, la tierra y todo lo que respira y lo inerte. Creo que a Él le rendimos Honor y Gloria, creo que mis alabanzas son llevadas al cielo para Él. Creo que es el Padre.

Creo en Jesucristo, su hijo único, el predilecto, el elegido, quien tuvo la misión más maravillosa en este creación. Creo que nació de una Santísima Mujer, creo que ella es mi madre, pura, santa y divina. Creo en Cristo que se entregó, padeció y sufrió por amor a mí. Creo en su sangre derramada por mis pecados. Creo que me lava, purifica, sana y calma mi sed. Creo en que venció a la muerte y que por siempre triunfará.

Creo en el Espíritu Santo, dador de vida, creo en su soplo reanimador, creo que restaura mi vida, creo en su poder sanador, creo en su santa unción, creo en su poder de liberación, creo en su autoridad, creo en su guía creo en sus mensajes, creo en sus designios, creo en sus señales, creo que es el aliento de Dios en mi vida.

Creo en la Iglesia Católica como el único camino que me lleva a la salvación. Creo que fue fundada por el mismo Jesús para caminar en comunión con mis hermanos que estamos llamados a servirle y gozar de comunión unos con otros y de aspirar a la santidad.

Creo que Jesucristo lavó mis pecados y curó mis heridas, creo en su perdón y en su infinita misericordia, creo en su acción redentora, creo en la conversión de los hombres, creo que gozaré de la resurrección el día final si mis acciones le agradan a Dios.

Creo que la entrada al cielo se consigue aquí en la tierra, con mis palabras, con mis pensamientos, con mis acciones. Creo en la vida pasajera en la tierra y que me espera una vida mejor en la que gozaré de la plenitud infinita de su amor.

Creo en las promesas de Dios que serán cumplidas. Creo que gozaré de la vida eterna si hago la Voluntad de Dios.

Creo en Tí Padre, Hijo y Espíritu Santo como el único Dios que alimenta mi vida, alienta mi camino, fortalece mi ser, razón de mi existir, y que viven en mí y que por siempre me rendiré a su grandeza.

Amén.

martes, 19 de mayo de 2009

¿Dónde está tu mirada?


El plan principal de Dios es que quiso hacernos a su imagen y semejanza, desde el principio lo quiso así, claro está que nunca nos dijo que seremos como Dioses, Él no quiere eso, aunque muchas veces nos creemos dioses, seguramente por herencia de la primera tentación en que el diablo hizo creer que seríamos como dioses. Pero lo que quiere Dios es santificarte, que incorpores en tu vida las características, cualidades, valores, moral y el carácter de Jesucristo mismo. ÉL quiere que te importe lo que a Él le importa, que sientas lo que a Él siente, que pienses y actúes y ames como Él ama.

La vida comienza a tener sentido cuando entiendes que tu estás creado para ser como Jesucristo. Muchas veces escucho gente que dice ¿por qué me pasa esto a mí? Incluso amigos me llaman y me preguntan ¿Por qué Dios permite que me pase esto a mí? La respuesta es sencilla y y clara: Pues Dios quiere hacerte como Jesús.

“Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu”. (2 Cor. 3, 18)

Dios quiere transformarte y hacerte como su hijo Jesús. La pregunta es ¿cómo lo hace? Hoy te escribo hermano con la certeza que Dios lo hace de diversas maneras, Dios nos da su Espíritu Santo, mediante la lectura bíblica que es su Palabra, mediante los Sacramentos, utiliza a las personas, incluso utiliza la tentación, y hasta usa los problemas, porque hasta los problemas de tu vida tienen un fin, pequeños, grandes, medianos y eso es lo que te ayudará a madurar tu fe, que te ayudará a desarrollarte como persona y todo te ayudará a ser como Jesucristo. Y para que seamos como Jesucristo Dios te hará pasar las mismas cosas que Jesús pasó. ¿Hubo momentos que Jesús se sintió sólo? Yo creo que sí. ¿Jesús habló y lo criticaron y lo juzgaron injustamente? Definitivamente. ¿Jesús se sintió tal vez tentado a rendirse? Posiblemente haya sido así. La pregunta que te hago ahora es ¿Por qué piensas que Dios permitió que su propio Hijo pase por estas cosas y tu ibas a librarte de ellas? Algunos creen que los que siguen el camino de Dios como arte de magia sus problemas se desaparecerán. ¿Y porque Dios haría eso? Tenemos muchos problemas porque Dios está más interesado en que madures, en que crezcas, en que mejores. Recuerda Él quiere que seas como su Hijo. La gran pregunta es:
¿cómo es Jesús?

“En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley”. (Gal. 5, 22-23)

Jesús siempre estuvo lleno del Espíritu Santo, y aquí vemos el modelo exacto de cómo es Jesús. Él es la expresión perfecta del amor y para que seas como Él tienes que llenar tu vida con paz, amor, paciencia, amabilidad, bondad, amor, fidelidad, alegría y todo lo demás. Todos esos son los frutos que te da el Espíritu Santo, los que tienes que buscar, los que tienes que apuntar en tu vida. ¿Y cómo produce Dios el fruto del Espíritu en nuestras vidas? Pues Dios produce los frutos del Espíritu en tu vida poniéndote exactamente la situación contraria, y permitiéndote que seas tentado para hacer lo opuesto. Pero no creas que Dios es el que te tienta, eso lo hace el demonio, pero Dios te ha hecho tan libre que hasta eso permite y quiere probar tu fidelidad hacia Él. Cada tentación es una buena ocasión para crecer, el objetivo es la madurez espiritual y eso toma tiempo, Dios no tiene prisa y él se encargará que seas como Cristo, Dios lo hará, dirás no siento que crezco, Dios prometió no dejar solos a sus hijos, ni se daría por vencido con nosotros, entonces no lo hagas tampoco.

En Filip 1, 6 dice: "firmemente convencido de que, quien inició en vosotros la buena obra, la irá consumando hasta el Día de Cristo Jesús", entonces entendamos que Dios terminará lo que comenzó en tu vida, por lo tanto en tu trabajo, en tus estudios si no reflejas lo que has de ser, si tienes caídas, si fallas pues no debes deprimirte ni desanimarte porque si te esfuerzas y sigues el camino de Jesús pues debes de dar gracias a Dios. Hoy a pesar de tantos errores que tengo, incluso tan pecador, pero con todo ello doy gracias a Dios por no ser lo que era antes.

Imagínate también que en tu cumpleaños tu papá se sacó la lotería y te dice para tu cumpleaños puedes traer al grupo que quieras, o puedas hacerlo en un satélite en el espacio (no hay límites), y tienes un mes para hacerlo, y la preparas y es “LA FIESTA”, la mejor, y el mismo día en la mañana se te aparece Dios y te dice que ha preparado una fiesta para ti, pero no puedes ir a las dos, escoge una. ¿Cuál escoges? Esa invitación te hace Dios para que vivas tu vida a diario, a qué fiesta estás yendo en tu trabajo, a qué fiesta estás yendo en tu universidad, a qué fiesta estás yendo en tu casa, con tus amigos. ¿Dónde está tu mirada?

Fuiste creado para agradar a Dios, Dios es amor, y te creó para amarte, no necesitó crearte, no se sentía sólo pero eligió crearnos para amarnos, nos conoce y nos ama y quiere que le conozcamos y le amemos. Nos ha dado la capacidad para poder conocerle y amarle a Dios, Él se complace de ellos:

"Porque yo quiero amor y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos" (Oseas 6,6)

Lo que le interesa a Dios es que le conozcas y que le ames, esa es la manera de agradar a Dios, la razón primaria de tu existencia es conocer y amar a Dios y en todo lugar y en todo momento. Y se agrada a Dios con la ADORACIÓN y significa ENTREGA y la verdadera adoración es ofrecerte a Dios, tu vida por entero como acto de adoración. La gran incógnita es ¿Vas a vivir en este mundo sabiendo que debes agradar a Dios? ¿Cómo lo glorificas en tu vida?

"Eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; por tu voluntad, no existía y fue creado". (Apocal, 4, 11)

lunes, 18 de mayo de 2009

Para el Señor no hay excusas

«Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: “¡Te seguiré adonde vayas!” Jesús le respondió: “Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. Y dijo a otro: “Sígueme”. Él respondió: “Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre”. Pero Jesús le respondió: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios”. Otro le dijo: “Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos”. Jesús le respondió: “El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”. (Lucas 9, 51 - 62).

En esta lectura podemos rescatar a un Jesús que nos exige y vemos su opinión en contra del cristianismo poco comprometido..."Te seguire Señor... pero permíteme antes despedirme de los míos", "Te seguiré Señor... pero tengo que estudiar", "Te seguiré Señor... pero es muy temprano", "Te seguiré Señor... pero voy a salir con mi familia", "Te seguiré Señor... pero tengo un compromiso", "Te seguiré Señor... pero tengo cosas que hacer", ¿Cuántas veces no ponemos un PERO a la Llamada del Señor?

Seguir al Señor no es fácil, pero lo que sí puedo garantizar que no hay camino más bello que el camino de Dios, tienes que dejar comodidades, gustos personales, tienes que dejarlo todo, y cada vez que avanzas Jesús te exige más. Nosotros estamos creados a imagen y semejanza de Dios y tenemos que vivir como Él vivió. Jesús es el Señor, Jesús es nuestro Dios, entonces tenemos que vivir a imagen y semejanza de Él. Eso es hacer caso al llamado del Señor, eso es no mirar atrás, eso es no poner "peros" para Jesús. No digo con todo esto que debes abandonar a tu familia, no digo que debes dejar de estudiar, no digo que te desentiendas de los demás, por el contrario al seguir el camino del Señor tu compromiso de amar a los tuyos se multiplica mucho más. Renunciar y no mirar atrás es morir a tí mismo.

La voluntad de seguir a Jesús exige un abandono ciego, sin buscar seguridades para el futuro. El Hijo del hombre no tiene dónde reposar su cabeza. Seguir a Jesús significa dejar todo en segundo término, ante el anuncio del Reino. La frase de Jesús es dura: "Deja a los muertos que entierren a los muertos. Tú ve a anunciar el Reino de Dios".

Marchar tras Jesús significa no mirar nunca hacia atrás. Después de haberlo abandonado todo ya no hay que soñar en el pasado, sino ir hacia adelante, sin andar sopesando lo hecho y sin preguntarse si no habría habido otros modos de hacerlo.

Jesús es exigente; no lo podemos negar; y si escondemos o suavizamos esa exigencia, traicionamos el mensaje. Pero como el mensaje no es nuestro, sino que nos viene dado, no podemos alterarlo. Ahora bien, sí que podemos, en vez de intentar imponerlo, recibirlo; como hacía Jesús, cuyas exigencias hay que entenderlas más como un ruego o una súplica que como una obligación: ¡sigue siendo cristiano, no te desanimes, sigue en la lucha, que yo estoy contigo!; ¡sigue adelante, por favor! Jesús conoce mejor que nadie los muchos enemigos que pueden asaltar al creyente en este camino, los valores que son del mundo pero no del Reino y contra los que tan difícil se hace remar: el dinero, la fama, la seguridad, el prestigio, la clase social... Por eso no impone: ruega y suplica, invita y ayuda. Y el hombre sigue siendo libre para hacer su elección.

Quiero seguirte Señor y recorrer tus caminos llevando tu Palabra a todos mis hermanos.
Quiero seguirte Señor y recorrer por tus senderos llevando tu Amor a todo lugar.
Quiero seguirte Señor y caminar hacia Ti para gozar eternamente de tu Gloria.
Quiero seguirte Señor, aunque me cueste tempestades siendo de este mundo lleno de maldad.
Quiero seguirte Señor y reflejarte a Tí en cada rincón para que te vean en mí, Señor.
Quiero seguirte Señor y no perderme en el camino con tanta confusión
y engaños que me separen de tu amor.
Quiero seguirte Señor para renunciar a mi mismo y dejarlo todo para ir tras de Tí.
Quiero seguirte Señor así me cueste la vida pero con la esperanza
de vivir en la eternidad.
Quiero seguirte Señor en el dolor, en la tristeza, en la angustia,
en la desesperanza, en la persecución, en la lucha, en la tentación,
en la alegría, en la paz, en la esperanza, en el triunfo, en cada momento de mi vida
quiero seguirte Señor.
Amén